miércoles, 26 de octubre de 2011

Días en los que el mundo es demasiado grande.






Una de las frases más conocidas del portugués Fernando Pessoa es "viajar perder países". A ella se refiere Enrique Vila - Matas en uno de sus libros. Y precisamente, el escritor catalán habla de la grandeza del mundo y de la nimiedad del ser humano en "Hijos sin Hijos". En el prólogo de su libro comienza con una frase de Kafka: "Rusia ha declarado la guerra a Alemania. Por la tarde fuí a nadar".


Esta recopilación de frases de grandes escritores y pensadores viene a colación de sentimientos diarios que todos experimentamos.


(Hijos sin Hijos) Ayer me comía el mundo. Me sentía como "un hijo sin hijo" de Vila-Matas. La Tierra se me quedaba pequeña. Yo me sobraba y me bastaba en el mundo. Nada se me antojaba especialmente grande y, todo parecía, excesivamente pequeño. No dependía de nada, ni de nadie. No había explicaciones de ayer que dar en el hoy. Ni tiempo que gastar pensando en el futuro. En el mundo pasaron cosas por la mañana, por la tarde, acudí a clase. Mi vida seguía y el mundo por comer estaba ahí. ("Viajar, perder países")


Sin embargo, hoy me he sentido especialmente pequeña. El mundo se me ha antojado demasiado grande. Me he replanteado lo hecho, lo dicho, lo aprendido. Y ahí esta la clave. En el aprender. Cuántas más enseñanzas recibo, más pequeña me siento. El tiempo se me antoja demasiado escaso, en comparación, con todo lo que resta por saber, por concoer...


Gastaría dinero pensando en el futuro.

Me abruman las cosas que pasan por la mañana.

Porque por la tarde, cuando voy a clase, no me da tiempo a digerir lo sucedido antes.

Y mucho menos lo que vendrá después.


Pero en los dos días el mundo por comer sigue ahí. Aunque en unos me sienta Pulgarcito y en otros Kafka.

martes, 13 de septiembre de 2011

El arte de cuestionar.



Según la RAE este es el significado de cuestionar: controvertir un punto dudoso, proponiendo las razones, pruebas y fundamentos de una y otra parte, mientras que el de opinar: discurrir sobre las razones, probabilidades o conjeturas referentes a la verdad o certeza de algo. Por último, criticar: censurar, notar, vituperar las acciones o conducta de alguien.

La semana pasada el tema estrella de debate en las tertulias futboleras giraba en torno a una #ligademierda -según Twitter y un conocido presidente de un club del sur-. En concreto, se cuestionaba la diferencia abismal entre Barça y Madrid con respecto al resto de clubes de primera división, para terminar criticando a la competición que ampara a todos: La Liga. En la segunda jornada, el Barça empató ante la Real Sociedad a domicilio, mientras que el Real Madrid se las vió y deseó para ganar al Getafe en su casa. Una semana después ya no se cuestiona, para terminar criticando nada. Simplemente se opina sobre los veinte clubes amparados en la Liga y su participación en la segunda jornada.

El Barça ha empatado frente al Milán en su campo en el primer partido de Champions en la fase de grupos. Primero se cuestionará el "momento" que atraviesa el club de Pep Guardiola -vigente campeón de la Champions y la Liga-, para continuar criticando las decisiones del entrenador: las rotaciones, poco movimiento de banquillo, sacar a Villa del campo antes de tiempo... Pronto el Barça jugará su segundo partido de Champions. Y si gana, no se cuestionará, ni criticará nada. Simplemente se opinará sobre el juego de los blaugrana.

Todo este trabalenguas léxico tiene un sentido. Si cuestionar es aclarar un punto dudoso proponiendo razones de una y otra parte. Si opinar es debatir sobre las razones sobre la certeza de algo. Y si criticar es censurar una conducta en algo o de alguien... Digo yo, ¿no será más lógico opinar -debatiendo la certeza o no de algo-, para después cuestionar -si existen dudas proponer argumenos que las sustenten- y si es necesario criticar -censurar la certeza de esas dudas constatadas-?

Ejemplo práctico: Una persona discurre sobre las razones que sustentan la teoría de una #ligademierda (OPINAR). Si existen dudas sobre su certeza o no, analizarlas proponiendo argumentos (CUESTIONAR). Y si se confirman, censurar el hecho de tener una #ligademierda (CRITICAR). Así a los siete días nadie tendría que retractarse de lo dicho -cuestionado- porque simplemente era una opinión -no afirmación argumentada- y mucho menos una crítica -que ha demostrado no tener fundamento alguno-.

Por cierto, según la RAE esto es: RECTIFICAR -aparte de sabios-: corregir las imperfecciones, errores o defectos de algo ya hecho.

martes, 30 de agosto de 2011

El destino, sus caprichos y el Príncipe Raúl



El destino es cuanto menos caprichoso. Sino que se lo digan a Raúl. El pasado año la selección española de fútbol fue premiada con el Prícnipe de Asturias del Deporte y este año el jugador del Shalke está nominado -por ahora- a título individual para el mismo galardón.

La elección del madrileño sería histórica, ya que por primera vez un jugador de un deporte en equipo sería distinguido de manera independiente. Será porque Raúl solo hay uno y ya que en el club de sus amores no le han honrado como se merece, toca hacerlo por otra vía.

No sería el más joven -ya lo fue Nadal en el 2008- y tampoco sería un premio a un Raúl retirado o en otros menesteres deportivos como entrenador. Se le premiaría por su distinción dentro y fuera del campo, por su comportamiento modélico, por su respeto, conducta deportiva -nunca ha sido expulsado- y por su palmarés. Y en este último apartado aparece el caprichoso destino.

El año pasado Raúl miraría desde su casa en Alemania como sus compañeros de La Roja recibían el premio, con orgullo y tal vez cierta envidia - de la sana-, pero... ¿cuánto hubiera dado Raúl por estar allí? ¿por recibir ese galardón de manos del Príncipe Felipe con motivo de los éxitos de la selección?. Triunfos que disfrutó, pero desde casa. Por eso no estuvo en Oviedo el pasado año. Porque la selección siempre ha sido y será la espinita del Gran Capitán de la selección y del Real Madrid. Dejó su "7" a David Villa y llegaron las copas a las vitrinas del combinado nacional.

Ingrato remordimiento del que podría resarcirse a medias con la obtención del Príncipe de Asturias. El viernes se conocerán los ganadores. Raúl simplemente por estar nominado, ya ha vencido, por ahora, al caprichoso destino.

domingo, 28 de agosto de 2011

Aquellos hombres locos de Madison Avenue...



Necesito un Mad Men a mi lado. A la espera de la nueva temporada de la serie protagonizada por Jon Hamm, ayer refresqué mi memoria visionando el último capítulo de la cuarta temporada. Y de paso reviví mi dormida pasión sobre esos hombres locos de Madison Avenue.

"El amor fue inventado por tipos como yo para vender medias" D. Draper.
Si comienzo este post afirmando que necesito un Mad Men cerca -entiéndase a Don Draper- es porque es mejor asumirlo ya. Las mujeres somos más inteligentes que los hombres -no lo digo yo, sino el British Journal of Psychology-, pero en realidad tenemos la innata y eterna manía de ser inútiles frente a ellos. ¿Cómo? Escogiendo a los que más caña nos dan. Es decir, un Don Draper del siglo XXI cualquiera que nos quiera hoy sí, mañana no y nos cree dependencia hacia su persona al amparo de nuestros vaivenes emocionales.

Ya lo dice el propio Draper: "Lo que llaman amor fue inventado por tipos como yo para vender medias". Siendo uno consciente de la realidad, no hay engaño. El amor es una farsa o invento publicitario, como lo es la Navidad a El Corte Inglés. Asumámoslo. Y de paso ya sabemos que los chicos malos como Draper no aman, hacen de la palabra amor su mejor aliado publicitario.

"La felicidad es el consuelo de que lo que estés haciendo, está bien" R. Sterling.
Abierta la veda de los publicistas de Madison Avenue, seguiré con otras cuantas "verdades". Una nueva palabra mayor, de esas que llenan la boca de su portador: FELICIDAD.

Qué bien suena. Como amor. Pero... ¿qué es?

Según Roger Sterling -socio y compañero de batallas de Draper-:
"la publicidad está basada en una cosa, la felicidad. ¿Y sabes qué es la felicidad? La felicidad es el olor de un coche nuevo. Estar libre de miedos. Una valla al lado de la carretera que chilla el consuelo que lo que sea que estés haciendo está bien". En resumen. La felicidad es la autocomplacencia. El conformismo en definitiva. La aceptación de nuestros actos. No es un estado onírico supremo. No es un sueño inalcanzable. No es lograr el karma. Es resoplar, resignarse y aceptar que lo hecho, hecho está y... más vale pensar que bien.

"La gente no compra cigarros por marketing, sino porque son adictos" D.Draper.
Otra perla de Draper. Y quién dice tabaco lo puede trasladar a cualquier adicción material con sustancias adictivas palpables o al plano de lo emocional y de personas adictivas palpables.

Concretamente Draper dice: "La gente compraba cigarros antes de que Freud naciera (...) La gente no compra tabaco por marketing, sino porque son adictos. El secreto está en los productos. Frabricar muchos que la gente tenga que comprar".

En resumen, las necesidades no nos las crea la publicidad, sino las adicciones que elegimos. Una vez somos esclavos de nuestros vicios -materiales o emocionales-, como lo somos de nuestras filias y fobias... Estamos vendidos y desamparados a la deriva de la publicidad y los objetos de nuestras pasiones.

"Un día estás en la cima y de pronto una loca te atropella con un cortacésped" Joan Holloway.
La curvilínea y sensual Christina Hendricks que encarna a la jefa de secretarias Joan Holloway suelta, con gran acierto, esta frase: "Así es la vida, un día estás en al cima del mundo y de repente, una loca te atropella con un cortacésped". Frase que bien se le podría aplicar a ella misma. Hendricks gracias a Mad Men ha alcanzado la fama y el reconocimiento a su trabajo como actriz. Con el plus de un físico exuberante a la par que característico. Grandes curvas que alejan el sex appeal de la típica foto de una chica delgada. Sin embargo, ese imponente cuerpo que Dios le ha dado -como ella misma reconoce-, también ha sido el origen de no pocos disgustos para Hendricks. Está en la cima, su nombre aparece en todas las listas de mujeres más sexys del planeta, le llueven las ofertas para cine y TV, pero le atropellan con un cortacésped cada vez que tiene un evento. No encontró diseñador para la última gala de los Premios Emmy -homónimos de los TP Españoles- y ahora no encuentra bañador a su medida. Ser consecuente con la imagen de mujer voluptuosa y orgullosa de sí misma no está resultando fácil para la pelirroja de moda. Suerte que por ahora las joyas no le dan problemas y ejerce de imagen de marca para la línea de joyería de Vivienne Westwood.

El cortacésped no ha pasado del todo...

sábado, 27 de agosto de 2011

La humildad por bandera



Rafa Nadal ya está en Estados Unidos con motivo del US Open que arranca el próximo lunes. El manacorí busca revalidar el título americano que ya consiguió en 2010 frente a Novak Djokovic. Pero antes de coger la raqueta, tiene otros compromisos en la tierra de Obama.

La pasada semana acudió al programa The Late Show with David Letterman; latenight norteamericano presentado por David Letterman en la cadena CBS. Su homónimo en España sería el ya desaparecido Buenafuente de La Sexta.

El tenista no tardó en meterse al público en el bolsillo gracias a su desparpajo. A pesar de que no era el invitado chistoso de la noche, ya que después vendría Ashton Kutcher, emergente actor cómico de moda tras su incorporación a la serie Dos Hombres y Medio tras la marcha de Charlie Sheen.

Rafa habló de su inicio en el tenis a la temprana edad de 3 años, de su mentor y tío, Toni Nadal, de sus ídolos y su Mallorca querida. Temas que en España son totalmente conocidos por todos, hasta por los menos duchos en el mundo del deporte.

Sin embargo, Nadal no se ganó a los americanos con historias del ayer y de hoy. Lo hizo con su innata simpatía, su amplia sonrisa, su carismática ceja levantada, pero especialmente con su humildad.

Humildad al reconocer que tal vez sea tan bueno por tener a Roger Federer como rival y haberle batido. Humildad al afirmar que a pesar de ser ya para muchos el mejor deportista español de la historia, él se ve como un héroe más de tantos.

En boca de otros, puede sonar a parrafada previamente aprendida al amparo de un buen representante y director de comunicación. Pero saliendo de él suenan a verdad. Eso dota de mayor grandeza a sus triunfos, porque a pesar de engrosar números, estadísticas y vitrinas de trofeos; lo hace con distinción y sencillez. Cualidades al alcance de muy pocos que están en la élite. Muchos llegan a la cima, pero no todos saben mantenerse en pie sobre ella. Solo aquellos que portan la humildad por bandera.

jueves, 25 de agosto de 2011

Ningún final "made in Hollywood"



Un nuevo vehículo se aproxima a la puerta del garaje. Uno de tantos que se han acercado esa mañana a la entrada del Ministerio. Uno de los muchos que ha chequeado la joven con su inseparable aparato similar a un palo de golf. Ella es una Policía encargada de rastrear todos los bajos automovilísticos en busca de bombas. Yo pasaba por allí cuando procedía a realizar esta rutinaria acción.

Tal vez debido a una noche excesivamente cinéfila por culpa del insomnio, mis pensamientos me llevaron por extraños derroteros con una taza de café en la mano, unos minutos más tarde. Ya alejada de la puerta del Ministerio y del detector con forma de palo de golf.

Si la vida real fuera una película de Hollywood el instante del rastreo sería ralentizado. No duraría diez segundos, tal vez veinte. De fondo comenzaría a sonar una banda sonora intrigante cuyo volumen iría in crescendo con la intriga. Acorde con las imágenes. Plano corto de los bajos, plano corto del detector. Mirada de la joven. Nuevo plano corto de bajos y detector. El vehículo se adentraría lentamente en el garaje del Ministerio. Plano oscuro. Silencio.

Todo esto, si la vida real fuera película de Hollywood. Pero no lo es. Ni para esta rutinaria acción, ni para ninguna otra. Tomar un café es tomar un café. Depende del lugar tendrá un toque más bohemio, urbanita, clásico o desesperante. Pero es un café. Sin más. En todo caso con azúcar o sacarina.

Una pelea es una pelea. Con gritos, con insultos, con palabras dañinas, con gestos rápidos, con miradas furiosas. Pero sin música. En todo caso la radio o la tele de fondo.

Y si lo es para un café o una pelea, ¿por qué nos empeñamos en creer que las relaciones son made in Hollywood? Acaso cuando comenzamos a sentir algo por otra persona ¿aparece Billy Wilder para darnos el guión al más puro estilo Sabrina? ¿se encarga Steven Spielberg de los efectos especiales como hiciera en E.T? ¿Patricia Field aparece con un burro cargado de ropa para diseñar nuestro estilismo a lo Sexo en Nueva York? ¿Roy Orbison está listo para cantar Pretty Woman? ¿nuestro galán es Gary Cooper o Richard Gere?

No. Pero ya podrían estudiar los científicos por qué nuestra cabeza tiende a posicionarnos en medio de un set de rodaje haciéndonos creer que es así. Y no lo es. Será mejor. Será peor. En definitiva, será lo que es toda historia de amor: una historia. Pero sin el león de la Metro Goldwyn Mayer al inicio, ni las clásicas letras The End al final.

lunes, 20 de junio de 2011

¿El Fin de Una Era?




Cuando escuchaba con atención a mi abuelo mientas me contaba sus historias de la guerra (cruentas, duras, tiernas... o al menos contadas con un toque de ternura a su nieta) sabía que me estaba transmitiendo sus batallas. Historias del ayer. De su pasado. Porque era mayor. Y tenía muchos ayeres y aún más tiempos en pasado.

De un tiempo a esta parte soy yo la que me cuento mis propias batallas. Aquellos días en los que el Real Madrid era el club más laureado del momento. Aquellas noches de verano sin preocupaciones sentada a la luz de la luna en el pueblo con mis amigas. Aquellos caminos de casa al colegio de la mano de mi madre. Aquellas tardes de otoño sentada en el césped de la Facultad de Ciencias de la Información. Áquel primer día de clase. El primer beso. El primer o segundo desamor...

Echo la vista atrás y es mucho lo rodado. Veinticinco años de vida sin ir más lejos y sin ánimo de ir más cerca. Miro hacia adelante timídamente, es decir, al presente, y encuentro poco más. Es mucho lo vivido. Muchos ayeres que contar a un supuesto nieto que está por llegar -como mínimo en otros veinticinco años-. Y ¿qué decir del presente? Que cualquier tiempo pasado no fue peor que el ahora. Pero si se hace camino al andar como decía Machado, creo que lo mejor está por llegar.

Soy mayor si cuento mis ayeres. Soy joven si cuento mis años. Soy presente en stand by. En el fin de una era. En el límite del bien... o del mal.

martes, 19 de abril de 2011

El Diablo viste de Esponja de Scotch Brite



Sí. Mi "diablo" viste de esponja de Scotch Brite. ¡Ójala vistiera de Prada como el de la novela de Lauren Weisberger! O mejor aún, fuera mi admirada Meryl Streep de la película de David Frankel -sin ánimo de ser una servidora Anne Hathaway-. Y no tengo nada en contra de Scoth Brite, ni de los estropajos que todo humano usa para lavar sus platos cuando no hay un lavavajillas a mano.

Entiéndase. Es una metáfora. Y mi "adorado" diablo es una mezcla entre un estropajo y un dibujo animado llamado Emily "The Strange". Pues bien. Este híbrido hoy me ha tirado un jarro de agua fría metafórico -valga la redundancia- en forma de años. En concreto un cuarto de siglo. Es decir, 25 primaveras.

Para todos aquellos que dicen que la edad no importa, que tener el espíritu joven es la clave, que la experiencia es un grado, que la arruga es bella y sucedáneos... Que tengan a buen recaudo no cruzarse con una Scoth Brite cuando menos se lo esperan.

El simpático híbrido -en mi caso disfrazada de modernita- te abofetea con sutileza. Te camela, admira lo bien que llevas tus 25, pero cuando menos te lo esperas, te recuerda con dureza ¡qué bellos fueron los 20!. Y falta poco para que con la misma alevosía te suelte un ¿oíste, abuela?.

Podría caer en una cadena de rencorosas alegaciones en su contra. Pero como no he buscado ningún testigo y mucho menos un juez, me limito a tirar de refranero español:
"dónde las dan las toman (baby)" -la última palabra corre a mi cuenta-
"Y más vale el Diablo, por viejo,que por diablo"...
(¿Continuará?)

PD: Por cierto, queda claro que ahora "la mala" soy yo. Y no, no visto de Prada. Pero tampoco soy una Scoth Brite disfrazada de modernita. Soy una modernita impregnada de los ochenta y anteriores, y... ¡¿por qué no?! venideros.

martes, 8 de marzo de 2011

A la hora de sentir, cada uno lo hace a su manera.



Tarde soleada y primaveral en la Plaza Mayor de Madrid. Disfruto de un café en una de las clásicas terrazas del enclave con mis familiares. Llama mi atención la niña de la mesa de al lado. Es pelirroja, blanquita y con pecas. Igualita que Pipi Calzaslargas, vaya. Aunque no es sueca como el personaje de Astrid Lindgren, sino francesa. “Pipi” está degustando una enorme napolitana rodeada de otros dos niños y un bebé -presumiblemente sus hermanos- y dos adultos -supuestamente sus padres-. Tras finalizar su bollo, se dirige al bebé mientras sus progenitores piden a un paseante que les haga una foto. En cuestión de segundos se suceden los hechos: la pelirroja va a coger al bebé, pero éste resbala, cae al suelo y golpea con fuerza su diminuta cabeza contra las baldosas de piedra de la plaza. El bebé llora. La niña no da crédito a lo acontecido y su gesto denota un pavor digno de un adulto. El llanto del bebé se debe al golpe. El de ella por lo que ha causado involuntariamente y el dolor de su hermano.

¿A qué viene todo esto?


Viene a que en la vida sucede lo mismo a gran escala y la mayor de todas es la de los sentimientos humanos. Siempre hay una víctima y un verdugo. Ya sea ante una ruptura amorosa o cualquier doloroso contratiempo. No hay medias tintas. En materia de la “patata” jamás las ha habido, ni las habrá. Pero “Pipi” no es ni mucho menos una verduga, sino una víctima de sus actos involuntarios como su hermano. En muchas ocasiones, tampoco lo es la persona que decide romper una relación, la que firma un despido, la que hace las maletas y se marcha, el que opta por salir de casa en vez de encerrarse en ella. A la hora de sentir cada uno lo hace a su manera. A la de sufrir, también.

Pd: He de decir que la madre acalló con rapidez el llanto del bebé aunque no pudo hacer lo mismo con su chichón. “Pipi” pasó unos cuantos minutos más con la mandíbula desencajada y gesto asustadizo.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Ha nacido un nuevo Rey Sol del fútbol: Raúl I de España y V de Alemania



No fue una decisión fácil. Hacer las maletas nunca lo es. La comodidad invita a quedarse en casa, por mucho que el hogar empiece a caerse encima. Los valientes son los que parten sin mirar atrás, con o sin exceso de equipaje. Importan las ganas de abrir una nueva página en la historia personal, cuenta la ambición de querer siempre algo más, de saber que nunca es suficiente. Así Carlos V de Alemania y I de España creó un imperio donde jamás se ponía el astro rey. De esta manera ha nacido un nuevo rey Sol y se llama Raúl González Blanco.

Tiene 33 años como Cristo y sabe que su vida futbolística pronto llegará a su fin. Si no hubiera decidio hacer las maletas tal vez habría llegado antes. Su adiós definitivo hubiera sido un calvario en el banquillo. Su encumbramiento a los cielos más rápido, desde el templo blanco. Él decidió cambiar la historia con los primeros rayos del verano. Dijo adiós al club de sus amores con lágrimas en los ojos y partió rumbo a Alemania sin dejar que estas le cegarán. Su instinto tan goleador como acertado le indicaba que aún podía seguir soñando y disfrutando con el balón en los pies, con el 7 a la espalda y como titular. Listo el madrileño tanto dentro como fuera del campo es consciente de sus limitaciones. El Ferrari va perdiendo fuelle y hay campeonatos en los que uno ya no puede lidiar saliendo el primero. También algunas espinas de la corona no podrán ser sacadas: ganar un Mundial, una Eurocopa, o una Copa del Rey española, pero quién dijo que fuera imposible ganar la alemana.

Ahí está Raúl. Batiendo récords. Su equipo sigue vivo en Champions. El gran capitán continúa marcando goles en Europa. Aumentando su leyenda, yendo a por los números de otros grandes del fútbol -como él- para superarles en partidos en Europa y en goles en competiciones del viejo continente. Dispuesto a ganar con el Shalke 04 la Copa, no del rey Juan Carlos, pero sí la alemana. Ese es su objetivo y ayer colocó a los suyos con su gol en la final de dicha competición. Delante tenía a un viejo conocido, el siempre temido Bayern. Pero Raúl ya le había hincado el diente al equipo de la aspirina, como ya hizo cuando bajo los tres palos estaba ese ogro entrañable llamado Oliver Kahn.

Le queda gasolina al Ferrari. Hay puertos por conquistar para el nuevo rey sol. Los habrá mientras las piernas no flaqueen y sigan quedando los pozos eternos de su humilde ambición.

lunes, 18 de octubre de 2010

Fantasmas de ayer y hoy.


Hoy he vuelto a caminar entre los gruesos muros de hormigón. He sentido las frías paredes grises. He observado las coloridas mesas con olor a tabaco y café. Me he detenido ante las aulas llenas de ilusiones y falsas esperanzas. Me he sentado en un banco de madera con aroma a marihuana en la lejanía. He mirado con el rabillo del ojo los tablones con proyectos por hacer y calificaciones por borrar.
Me he reencontrado con la vieja Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense. Y allí, antes de marchar, saludé a los fantasmas del ayer. Baile con los sueños perennes del hoy. Me despedí de los delirios del mañana, que alguna vez forjé en ese lugar.
Allí, confirmé que la nostalgia aún no quiere acompañarme cuando mis pisadas hacen eco por los pasillos cercanos a la cafetería. Los recuerdos todavía no han querido sentarse conmigo a tomar un café o una caña -tal vez- en el césped. Mientras, la desolación y la incertidumbre se han ofrecido para guiarme hasta la salida. Educadamente me han aconsejado que disfrutará del atardecer otoñal del exterior. Saben que me gustaba, al menos antes era así. Saben que ellas no, al menos por ahora. Saben que volveré para echarlas, al menos, otro día.

viernes, 15 de octubre de 2010

El Diván de Marlyn


Puntualmente. Y en base a un tiempo no predifinido ni autoestipulado de antemano, suelo tener una terapia...

Es gratis. A priori. Porque en realidad es a cobro revertido. Me explico. Es una terapia puntual conmigo misma. En momentos de soledad o pausa en este "vivir deprisa" que tengo instaurado como modus operandi.

En esos ratos, marcados por un tiempo a convenir entre neurótico (entiéndase yo misma) y terapeuta (entiéndase yo misma). Me imagino en un diván como en el que se sentaba Marlyn Monroe (que según he leído se va a subastar en breve) y hablo rollo peli Woody Allen (neurótico por excelencia. Perdón, neurótico neoyorquino por excelencia -entiéndase, los de NY City ya son neuróticos de nacimiento-).

A lo que vamos. En ese diván ficticio me pregunto las dudas existenciales que planean por mi cabeza. Como los aviones sobre la Castellana en el Día de la Hispanidad -con abucheos a Zapatero incluídos- (por aquello de actualizar). ¿Y, qué se pregunta un yo a otro yo?:


- Bueno, Lourdes, ¿cuánto tiempo?

- Sí, demasiado. Demasiado poco, tal vez, desde la última vez.

- Nunca es demasiado.

-Siempre es suficiente.

- Hágamos un flashback a la última vez.

- ¿Flashforward?

- No, Flashback. (Anota el terapeuta: demasiadas series norteamericanas en su cabeza)

- Bien.

- ¿Estás bien?

- No, para eso acudo a tí -permítame la confianza, pero nunca fuí de ustedes en un tú a tú conmigo misma-. Lo que le decía, prosígamos con este CSI, perdón, flashback, que aún no he visto a Grissom/Langston o a Mac Taylor en estos lares. (Nota de la escritora: nunca fuí de CSI Miami)

- Bien... (subraya dos veces con Edding rojo -el terapeuta-: "demasiadas series norteamericanas en su cabeza".

- Le actualizo si me permite adelantarme. El tiempo es oro, y aunque no cobre, el tiempo sigue costando lo mismo, en euros, pesetas, un truequue o segundos-. Tengo 24 años. En menos de un mes cumplo 25. Sí, un cuarto de siglo. ¡GUAU! ¿Quién lo pillará? Depende. Depende de lo que uno quiera y busque en la vida. Siempre me he caracterizado por crear mi día a día y por el Carpe Diem. Pero creo que es un momento lynchianamente incierto el que me toca vivir.

- ¿Por qué?

- Porque una cosa es lo que quiero yo -que ni lo sé-. Otra lo que espera la sociedad -anclada en el año 5 antes de la Burbuja Inmobiliaria o la Crisis Peor que la del 29-, y otra... lo que dicta la vida.

- No la entiendo.

- Ni yo.

- Por favor. Coopere. Explíquese.

- ¿Qué me explique? Bien. Le expongo un tipo test. Opción A: La sociedad Antes de la Crisis Peor que la del 29, a medida que te acercas a los 30 años, (me considero ya en los 25), espera de tí que empieces a encauzar tu vida, tener un trabajo estable, un lugar estable, una pareja estable, y unas aspiraciones de formar en 5 años más, como muy tarde, una familia estable.

- Pero, los tiempos cambian...

- Déjeme seguir... Opción B: ¿Qué esperaba yo a esta edad? No lo sé muy bien, porque de pequeña quería ser médico, pero cuando me dí cuenta de que en el momento que una aguja atravesaba mi piel yo ya tenía girada la cabeza. ¡Qué le voy a decir! Fuí realista y ví que eso no era para mí.

- ¿Qué esperaba?

- No te impacientes. La medicina, obvio que no. Aún así, no me meta prisa, que pago yo, y me explico yo. Prosigo: Opción C: al menos esperaba tener algo estable. Y cuando digo "algo", me refiero a: un trabajo, un lugar, una pareja, unas aspiraciones a formar algo en un futuro.

- Y...¿no lo tiene?

- NO.

- ¿Por qué?

- (Realidad D): Porque lo que dicta mi vida en este momento es que una persona con una carrera, un máster, idiomas, ganas de trabajar, de aprender y de luchar por un futuro estable es un estorbo en la sociedad. Porque todo lo que sea gente inestable -entiéndase con la carrera sin terminar, embarazada justo ahora, o de paso- es mucho más barata y estable que yo.

- Vaya.... me ha dejado sin palabras.

- Yo me quedé sin ellas hace tiempo. Verbales, digo.

- ¿Cuál es la solución?

- Vengo a TÍ para que me la muestres.

- Tal vez, pensar que si sales de esta, sales de todas.

- Tal vez...-pero no sé... aún así, no se. no te equivoques, no es que quiera asentarme, tener hijos, vivir en un lugar para siempre...

- Eso a día de hoy es más que un tal vez.

- Puede ser... Aún así, no me des las gracias.

- No pensaba hacerlo.

- Tal vez algún día.

- Quién sabe. Tal vez. ¿Por cuánto subastaban el diván de Marlyn?


**Después te este texto, recomendado, escuchar la canción de Cuándo Éramos Reyes (Quique González)

jueves, 23 de septiembre de 2010

Un par de divagaciones otoñales



Vísteme despacio que tengo prisa
Sales cinco minutos más tarde que de costumbre para coger ese tren que te deja en esa parada de autobús que te lleva a tiempo a tu trabajo. Esos cinco minutos tarde son todo un riesgo y aunque parezca que no, de ellos depende llegar a tu hora o llegar tarde. Como se suele decir estás al filo de la navaja. A priori no debe pasar nada... Ningún día ocurre nada en ese camino de casa al tren. Se cruza alguna persona en tu camino y te hace parar tu ritmo acelerado. Se para algún curioso turista a tomar una foto y vuelves a parar tu ritmo desenfrenado. O te para algún semáforo en rojo en seco sin dilaciones -por áquello de no ser atropellado-. En resumen, lo normal. Con eso contamos. Vamos sin cinco minutos de más, por lo que deberías tener un par de paradas menos. Sales de casa. Se cruza el primer despistado en tu camino. Va uno. Se para el primer turista curioso a tomar una foto típica sin ninguna curiosidad. Dos. El primer semáforo en rojo te hace parar. Seguimos. Una mujer mayor tropieza y cae a tus pies. La levantas y sigues. El vendedor de ... de... ¿de qué coño era? El caso es que te para con el fin de venderte algo que no te interesa pero te resta 30 segundos. Jóder. Una nueva persona se vuelve a cruzar. A esto añade que delante tuya camina un matrimonio que anda a un ritmo demasiado lento y no hay manera de adelantarles...¡¡Vamos!! Vas por la calzada. Arriesgas la vida que proteges en los semáforos por superarles. Sigues caminando. Ya falta menos. No quieres mirar el reloj porque te asusta ver la hora. Aún no. Estás llegando. ..... ..... ¿Cómo? Alguien te toca el brazo. Un viejo amigo. Un amigo al que adoras. Al que ves poco. Y con el que compartes 3 minutos acelerados en los que dices de todo y nada. Te quedas con más ganas de verle que antes y vas con 3 minutos menos. ¿Llegaré? Ahora sí. Toca mirar la hora...

El arte de acortar palabras
Los de la RAE están muy enfadados desde hace tiempo. Concretamente desde que aparecieron los teléfonos móviles. Aún más concreto, desde que los jóvenes empezaron a poner de moda lo de acortar las palabras en los SMS para ganar espacio y ahorrar dinero. (En el fondo todo es culpa de la economía y la crisis. Hasta la incultura). A lo que íbamos. Desde que a un adolescente le dió por poner tb en vez de también, q en vez de que, ola en vez de hola... Y luego uno le copió y otro también. Y todos empezamos a acortar palabras, para ganar espacio y ahorrar dinero. Y los de la RAE empezaron a trinar porque cada vez damos más patadas a su ilustre diccionario y nos volvemos más analfabetos. Pero... no todo es tan malo. Tiene tintes románticos esta historia. Si pensamos en las palabras que acortamos es fácil darse cuenta que son las que más empleamos. Y para mí es todo un arte o por lo menos un orgullo poder decir que TE QUIERO es una de las más acortadas. Hasta mi madre sabe lo que es un TQ. ¿Véis como no es tan mala la tecnología queridos académicos?

jueves, 2 de septiembre de 2010

El primer día del resto de su vida


Se despertó sobresaltada. Una vez más, su primer minuto del día iba dedicado a los ecos de una pesadilla. Su desayuno era una tostada bañada en lagunas etílicas, y un café con sabor a resaca de domingo estival. Su primer paso tras bajar de la cama, lo hizo apoyando todo el peso de su dolorido cuerpo en el pie izquierdo. Sus primeras palabras se tornaron en susurros ahogados en llanto tras ver su rostro en el espejo. Las primeras imágenes grabadas en su retina fueron las fotos con forma de daga esparcidas por el suelo de su dormitorio con los rostros de aquellos a los que antaño había querido. De todos aquellos que ya no reconocía.

Al despertar, siempre se prometía que ese sería el primer día del resto de su vida. Al acostarse, siempre rezaba para dormir eternamente y no amanecer nunca más.

Pero aquel 13 de septiembre fue direrente. Se acabaron las promesas imposibles nacidas con el único fin de ser profanadas al caer el sol. Salió a la calle vestida de ella misma o de algo parecido a un ser humano. Olvidó voluntariamente la coraza color púrpura, que hacía las veces de abrigo cada mañana. Abandonó los tacones de punta afilada y sonido hermético en el vestidor. Tiró a la basura el colorete que bañaba sus mejillas de otoño y la sombra de ojos que teñía sus párpados de oscuridad. Tomó el ascensor.

Descendio desde el intermitente y frío purgatorio que era su piso, hasta el infierno de asfalto y contradicciones que era la gran ciudad. Caminó sin rumbo con más sentido de la orientación que nunca. Saludaba a la gente con la sonrisa más cruel y triste que jamás haya existido. Su ritmo estaba marcado por la prisa para llegar a tiempo a ninguna parte. Al llegar la noche, paró.

Encendió un cigarrillo caducado y desteñido por el humo del anterior. Dió un largo y doloroso trago a su petaca de wodka para aumentar su sed. Escribió en su libreta el pensamiento más razonable e ilegible de los que en mucho tiempo había anotado. Midió detenidamente el transcurrir del tiempo a través de las manecillas de su reloj sin pila. Y esperó.

Comenzó a avisar el sol de su llegada con destellos afilados y rayos sombríos. En ese mismo instante, por primera vez ella lloraba rabiosa de alegría después de mucho tiempo, orgullosa del dolor inmenso y punzante que la azotaba con cada nueva ráfaga de luz. Su rostro era un remanente de paz que emanaba las más profundas penurias de su interior con un solo vistazo. Su pulso era el más acelerado y lleno de vida de aquel que está a punto de perderla. Se lanzó al mar.

Con cada golpe de las olas se iban todas las promesas creadas para no ser cumplidas. Con cada trago de agua se marchaban las imágenes de todos aquellos que no debía haber querido. Con su última exhalación se borraron todos los días del resto de una vida que nunca quisó ser creada.

jueves, 19 de agosto de 2010

Llueve sobre mojado


Cuando llueve sobre mojado, es la misma lluvia sobre la acera, pero nunca en el mismo lugar.

Cuando llueve sobre mojado, es agua caída del cielo, pero nunca con la misma intensidad.

Cuando llueve sobre mojado, siempre cae de arriba hacia abajo, pero nunca la misma humedad.

Cuando llueve sobre mojado, es una gota tras otra, pero nunca huele igual.

Cuando llueve sobre mojado, no deja de llover, de ser más de lo mismo, pero si llueve mucho, el vaso se puede colmar.

lunes, 2 de agosto de 2010

SÍ QUIERO (para toda la vida)


Es una historia de amor como otra cualquiera. Siempre tendemos a creer que nuestra historia es la más bonita. La más especial. Es... LA HISTORIA. Pero no...hay muchas. Están las estereotipadas, las de clichés de toda la vida, las raras por excelencia...y así..un largo, larguísimo etcétera. La mía, es una más, pero no deja de ser una menos. No es con una persona del sexo contrario, pero tampoco del sexo opuesto. Es con la vida...

No, no es momento de reírse. Mi historia puede ser tan digna o tan indigna de ser contada como tantas comedias romanticonas, taquilleras y absurdas de Hollywood...

Es una relación. De amor-odio-. Ya se sabe. Hoy te quiero, hoy no...y así..muchas veces, la verdad. Pero, ¿cómo rompes con la vida? Si ya es difícil decir "adiós" a alguien o "no te quiero" a una persona...agárrate los machos y...díselo a la vida. O mejor. Pídele un tiempo a la vida. A ese huracán diario de segundos, minutos y horas. No vale eso de: ¡qué pare el tren que yo me bajo!...No. No vale.

Tampoco puedes consolarte pensando que es un braguetazo(y nunca he sido ni seré amiga de ellos...), pero ¿a la vida? ¿cuándo nos asegura todo? NUNCA.

En fin. Si aún fuera rollo Bonnie and Clyde...pero ni soy Bonnie, ni la vida es Clyde. Ni soy Norma Desmond, ni la vida es Snset Boulevard. No me vale.

¿Qué haces? Un eterno matrimonio de conveniencia. Pero sin buscar ni querer papeles. Ni tan siquiera vivir. Es un cheque en blanco. Una firma hacia la eternidad. Lo tomas o lo dejas. No hay otra. Esta es mi relación de amor. O vives. O la vida aparte de ponerte los cuernos, te hará infeliz.

Imagino que alguien en el momento en que nacemos viene y nos pregunta si..."queremos ser felices, fieles y bla, bla, bla...hasta que la muerte nos separe, alegrías y penas de por medio", pero yo sinceramente, no me acuerdo...en qué maldita hora dije que SÍ a áquello...No volveré a decir: SÍ QUIERO. O lo pensaré muy mucho y NO desde una PLACENTA o cuna de bebé recién nacido (y ochomesino...).

martes, 20 de julio de 2010

Pinceladas aleatorias


Sobre señoras que empujan carritos

Siempre atraen mi mirada las camisetas con el dibujo de la evolución del hombre. Y siempre me hacen reflexionar. Al igual que los carritos. Me explico. De pequeños -hombres y mujeres- vamos sentados en un carrito mientras nos llevan, generalmente nuestro progenitores. A una cierta edad son esas madres que iban sentadas, las que cambian de lugar y llevan a sus hijos. Cuando los hijos crecen, estas mismas madres llevan otro carrito, el de la compra, el del super... Más adelante llevan otro carro, en concreto una silla de ruedas en la que van sentados sus padres, esos que inicialmetne las llevaban en un carrito de bebés. Y tal vez, en un futuro, sean los hijos, esos que llevaban en un carrito, los que las acaben llevando en una silla de ruedas. ¿Evolución?


Sobre las uñas de las mujeres

No es que la entrada de hoy vaya sobre mujeres por elección propia, es mera casualidad. Vayamos a las uñas. Fíjense -preferentemente en verano- en las uñas de las mujeres. Solo mirando las uñas -no una visión genérica de los pies- se puede entresacar algún dato de la portadora. Me explico. Las extranjeras -generalmente nórdicas -suelen llevar las uñas pintadas de colores llamativos. Cuánto más chillones mejor. Las orientales destacan por discretos colores y una manicura de lo más cuidada, tanto en pies como en manos. Las sudamericanas siempre suelen llevar las uñas pintadas. Y casi siempre de colores cálidos, preferentemente de rojo. Una amplía gama que va desde un granate tirando a marrón, hasta un rojo escarlata. ¿Las españolas? De todo un poco. Nos alejamos de los chillones, nos acercamos a los colores cálidos, y nos atrae tanto un tímido brillo transparente, como una manicura cuidada, pero no tanto como la de las orientales. Ya se sabe, para gustos... uñas.


Sobre la eternidad de los libros

El dinero de cada uno, es de cada uno. Y por este motivo, puede gastarlo en lo que le venga en gana. Hay gente que tiene como debilidad la ropa. Algunas mujeres se pierden por los bolsos, otras están enfermas por los zapatos -veáse Carrie en Sexo en Nueva York-, algunos hombres coleccionan coches de alta gama -veáse un documental portugués sobre Cristiano Ronaldo-, y así un largo etcétera.

A mí me pierden los libros. Sí, existen bibliotecas. Lo sé. También está el E-Mule y compro algunos CD´S. Pero volviendo al tema inicial, a mí me gusta comprar mis libros. Leerlos y colocarlos en mi estantería. Para prestarlos en un futuro, releerlos pasado mañana o simplemente para conservar el soporte material de esa historia que durante unos días hice mía. O simplemente, porque la escritura es eterna y a mí me hace ilusión tener un trocito de eternidad en la estantería de mi habitación.


Sobre la calidez de las vías

Ya sea porque así nos lo han transmitido las películas o por las luces y sombras que las caracterizan, las estaciones tienen un halo mágico. Un tren. un autobús... una vía, un andén, son sinónimo de despedida, de reencuentro, de pasado, de presente, de vida, de muerte. Es la historia de esas cuatro paredes que tienen mil historias que contar cada día. O eso parecen transmitir. No ocurre lo mismo con los aeropuertos, o por lo menos a mí. Será porque las historias mundanas no llegan con tanta facilidad a los cielos.

domingo, 18 de julio de 2010

Un día de tu vida a cambio de otro...


Es el argumento de una película que no revelaré. El protagonista hastiado de su rutinaria realidad recurre a un mago para volver a su "vida" anterior durante un solo día, a cambio de ceder cualquier otra jornada de su existencia pasada. Algo así como le ocurría de manera algo más tormentosa al protagonista de la película Efecto Mariposa -encarnado por Ashton Kutcher-, que con su cuaderno a cuestas y bolígrafo en mano, deshacía pasado, presente y futuro con mayor o menor acierto. No quiero complicarme. Me quedo con una idea: cambiar un día de tu vida, hacerle desaparecer o volver a un momento. ¿Cuál sería? ¿Qué habría cambiado? ¿A mejor? o... ¿a peor?


No me refiero a grandes cosas ni decisiones importantes... Tal vez esa noche en la que no diste tu teléfono a ese chico que te gustaba. Quizás ese viaje de fin de semana que rechazaste por pereza. Esa mañana en la que el despertador sonó a su hora, pero no fue suficiente para hacerte despertar. Esas pequeñas cosas que cambian el rumbo de nuestra vida. O puede que no. Pero nunca lo sabremos.


Escribe -porque la escritura es eterna- el fallecido Saramago en El Viaje del Elefante que: "Siempe acabamos llegando a dónde nos esperan". Aún no he terminado el libro, pero intuyo que Saramago creía en el destino.


Yo no sé en lo que creo. No soy amiga de arrepentirme de lo hecho, porque ya no hay vuelta atrás, pero...y ¿de lo no hecho? ¿no dicho? ... ¿También está tocado por la varita del azar y del destino?


Si hay algo cierto es que nunca sabré lo que hubiera ocurrido si esa noche hubiera dado mi teléfono a ese chico que me gustaba. Si hubiera hecho ese viaje de fin de semana obviando la pereza. Y si hubiera hecho caso al despertador aquella mañana.


Dicen que esto es así. Es la vida. A mí me parece un crucigrama. Y los crucigramas me aburren. Siempre fuí más de Sudokus...

viernes, 16 de julio de 2010

No aprenderé...


No aprenderé a muchas cosas. Por este motivo ya he concluido que tal vez no quiera aprender.


No aprenderé a vivir más despacio o menos deprisa, porque cuando paro, todo mi mundo se me viene encima.

No aprenderé a no coger cariño a la gente que me rodea, porque cuando parten, también lo hacen con mi alma en dos.

No aprenderé a controlar el tiempo y los días, porque cuando me doy cuenta, ha pasado un año que en mi calendario solo fue un mes.

No aprenderé a quitarme la coraza, porque si lo hago, me quedo desnuda ante el mundo y tengo miedo a coger un resfriado en el corazón.

No aprenderé a cumplir todo lo que digo y prometo, porque si lo hago dejaré de ser ese pequeño desastre manifiesto que soy yo.

No aprenderé a decir cada mañana te quiero a los que me han dado la vida aunque quiera, porque si lo digo, esas palabras perderán sentido.

No aprenderé, no aprenderé, no aprenderé...y ya me doy por pérdida...pero me encuentro en este mar de incertidumbre que soy yo.

lunes, 28 de junio de 2010

Fútbol a raudales


Me gusta el fútbol. Por eso disfruto cuando a cada paso que doy me empapo de él -y no porque reciba balonazos...-. Hay fútbol en las calles, en un banco cualquiera, en todas las cafeterías, en cada marquesina, en ocho anuncios de diez, en dos canciones de cuatro. Y a mí eso me gusta.

viernes, 28 de mayo de 2010

Una barrita de aceite para desayunar.


Rodeada de cafés sobrevolando mi cabeza iniciaba la mañana en mi cafetería de Avenida América. Hay quién pide un orujo para desayunar, hay quién prefiere un clásico café con leche en taza, hay quién opta por acompañarlo con un bollo, otros con barritas de aceite. Me pregunto si los desayunos de cada persona cambian según el día. O tal vez cambien cada año. De un café solo se pasa a un café con leche. De un café a secas a un desayuno -tal vez una barrita de aceite-, de un desayuno a un orujo u otra bebida sin cafeína. Sí, creo que cambian cada cierto tiempo, según la vida, según la edad.

Hasta los veinte el atrevimiento y los impulsos marcan nuestro sino en las decisiones. Superada la veintena la razón empieza a ganar espacio al atrevimiento en nuestra cabeza. Las experiencias vitales acumuladas están ahí. En base a ellas los muros personales son más o menos infranqueables. Pero si algo hemos aprendido es que la vida no funciona como en las películas. Existen palabras como el orgullo, la dignidad, el miedo, el dolor. Pequeñas barreras que calman nuestros espasmos quinceañeros. Los pasos mal dados siguen existiendo. Pero cada vez pensamos más dónde y cómo pisamos. Seguimos teniendo todo el tiempo del mundo. O al menos el tiempo sigue siendo el nuestro. Pero no queremos tener tiempo para dejar en errores. Vamos pasando de un atrevido café solo a un tibio café con leche.

Lo próximo, el desayuno. Café con bollo o, tal vez, una barrita de aceite.

jueves, 13 de mayo de 2010

Sobre Cosas Innatas y el Ángel Negro


Apreciación 1

Hay sentimientos que somos incapaces de controlar. Los irracionales. Los innatos. Es fácil distinguirlos, son aquellos que salen de dentro cuando menos se esperan. Pueden dejarse ver de distinta manera; bien en forma de reducimiento momentáneo del estómago, bien como un ligero escalofrío, una explosión de adrenalina, una lágrima inesperada... Y por mucho que se intente, no, no se controlan.


A mí esto me ocurre, por ejemplo, con el fútbol. Sí, habrá gente que lo vea como una tontería, como algo banal. Para mí no lo es. Respeto. Me gustaría poder controlar mis estallidos de furia, mis dosis de rabia e impotencia o mis llantos incontrolados. Pero me resulta imposible. Al igual que también lo es cambiar de equipo, por aquello de intentar no "sufrir" tanto o "disfrutar" el triple. Pero, no. Por este motivo, cuando ayer veía a los Atléticos felices, cuando hoy me sumergía en las páginas del Marca, leía los elogios a los colchoneros y las fotos de la euforia, me daba envidia, envidia sana y un cierto atisbo de tristeza. Quién sabe, tal vez el domingo esta envidia -sana, reitero- se convierta en rabia o impotencia. En fin, cosas innatas.


Apreciación 2

Quiero dar las gracias a ese ángel negro, caído del cielo, con voz privilegiada, que derrocaha simpatía en una de las esquinas del metro de Avenida América. Gracias por hacerme sonreír a mí también cada vez que paso por ese lugar rumbo al intercambiador. Da igual cómo haya ido el día. Siempre se dibuja una mueca feliz en mi rostro. No es el que mejor canta, ni tan siquiera toca, tampoco baila. Pero sí transmite simpatía y buenas vibraciones. Eso no es fácil. Y por eso, gracias.