jueves, 13 de mayo de 2010

Sobre Cosas Innatas y el Ángel Negro


Apreciación 1

Hay sentimientos que somos incapaces de controlar. Los irracionales. Los innatos. Es fácil distinguirlos, son aquellos que salen de dentro cuando menos se esperan. Pueden dejarse ver de distinta manera; bien en forma de reducimiento momentáneo del estómago, bien como un ligero escalofrío, una explosión de adrenalina, una lágrima inesperada... Y por mucho que se intente, no, no se controlan.


A mí esto me ocurre, por ejemplo, con el fútbol. Sí, habrá gente que lo vea como una tontería, como algo banal. Para mí no lo es. Respeto. Me gustaría poder controlar mis estallidos de furia, mis dosis de rabia e impotencia o mis llantos incontrolados. Pero me resulta imposible. Al igual que también lo es cambiar de equipo, por aquello de intentar no "sufrir" tanto o "disfrutar" el triple. Pero, no. Por este motivo, cuando ayer veía a los Atléticos felices, cuando hoy me sumergía en las páginas del Marca, leía los elogios a los colchoneros y las fotos de la euforia, me daba envidia, envidia sana y un cierto atisbo de tristeza. Quién sabe, tal vez el domingo esta envidia -sana, reitero- se convierta en rabia o impotencia. En fin, cosas innatas.


Apreciación 2

Quiero dar las gracias a ese ángel negro, caído del cielo, con voz privilegiada, que derrocaha simpatía en una de las esquinas del metro de Avenida América. Gracias por hacerme sonreír a mí también cada vez que paso por ese lugar rumbo al intercambiador. Da igual cómo haya ido el día. Siempre se dibuja una mueca feliz en mi rostro. No es el que mejor canta, ni tan siquiera toca, tampoco baila. Pero sí transmite simpatía y buenas vibraciones. Eso no es fácil. Y por eso, gracias.

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