lunes, 18 de octubre de 2010

Fantasmas de ayer y hoy.


Hoy he vuelto a caminar entre los gruesos muros de hormigón. He sentido las frías paredes grises. He observado las coloridas mesas con olor a tabaco y café. Me he detenido ante las aulas llenas de ilusiones y falsas esperanzas. Me he sentado en un banco de madera con aroma a marihuana en la lejanía. He mirado con el rabillo del ojo los tablones con proyectos por hacer y calificaciones por borrar.
Me he reencontrado con la vieja Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense. Y allí, antes de marchar, saludé a los fantasmas del ayer. Baile con los sueños perennes del hoy. Me despedí de los delirios del mañana, que alguna vez forjé en ese lugar.
Allí, confirmé que la nostalgia aún no quiere acompañarme cuando mis pisadas hacen eco por los pasillos cercanos a la cafetería. Los recuerdos todavía no han querido sentarse conmigo a tomar un café o una caña -tal vez- en el césped. Mientras, la desolación y la incertidumbre se han ofrecido para guiarme hasta la salida. Educadamente me han aconsejado que disfrutará del atardecer otoñal del exterior. Saben que me gustaba, al menos antes era así. Saben que ellas no, al menos por ahora. Saben que volveré para echarlas, al menos, otro día.

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