martes, 19 de abril de 2011

El Diablo viste de Esponja de Scotch Brite



Sí. Mi "diablo" viste de esponja de Scotch Brite. ¡Ójala vistiera de Prada como el de la novela de Lauren Weisberger! O mejor aún, fuera mi admirada Meryl Streep de la película de David Frankel -sin ánimo de ser una servidora Anne Hathaway-. Y no tengo nada en contra de Scoth Brite, ni de los estropajos que todo humano usa para lavar sus platos cuando no hay un lavavajillas a mano.

Entiéndase. Es una metáfora. Y mi "adorado" diablo es una mezcla entre un estropajo y un dibujo animado llamado Emily "The Strange". Pues bien. Este híbrido hoy me ha tirado un jarro de agua fría metafórico -valga la redundancia- en forma de años. En concreto un cuarto de siglo. Es decir, 25 primaveras.

Para todos aquellos que dicen que la edad no importa, que tener el espíritu joven es la clave, que la experiencia es un grado, que la arruga es bella y sucedáneos... Que tengan a buen recaudo no cruzarse con una Scoth Brite cuando menos se lo esperan.

El simpático híbrido -en mi caso disfrazada de modernita- te abofetea con sutileza. Te camela, admira lo bien que llevas tus 25, pero cuando menos te lo esperas, te recuerda con dureza ¡qué bellos fueron los 20!. Y falta poco para que con la misma alevosía te suelte un ¿oíste, abuela?.

Podría caer en una cadena de rencorosas alegaciones en su contra. Pero como no he buscado ningún testigo y mucho menos un juez, me limito a tirar de refranero español:
"dónde las dan las toman (baby)" -la última palabra corre a mi cuenta-
"Y más vale el Diablo, por viejo,que por diablo"...
(¿Continuará?)

PD: Por cierto, queda claro que ahora "la mala" soy yo. Y no, no visto de Prada. Pero tampoco soy una Scoth Brite disfrazada de modernita. Soy una modernita impregnada de los ochenta y anteriores, y... ¡¿por qué no?! venideros.