Los elefantes de Dalí no comieron nunca peras de Cezanne. De haberlo hecho sus piernas no serían tan delgadas como los alhambres.
Me gusta pensar que a Munch le irritó ver cómo los amantes de Klimt se besaban.
Después de todo, no fue el perro de Goya quien le arrancó la oreja a Van Gogh, fue el niño paralítico de Bacon que también camina a cuatro patas.
Grande!
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