Un cronopio amigo mío está rodando una película. Es director. Tiene el dinero y el argumento pero necesita un actor, un actor-cronopio, se entiende. El problema es que los cronopios no saben estar solos a la hora de interpretar. A lo largo de la última semana, parece haber encontrado la solución a su problema y esta consiste en contratar a dos actores. Pero dado que el texto está pensado para ser interpretado por un solo personaje, ha de tomar ahora una nueva decisión; incluir un nuevo personaje en la trama o despedir a un actor.
Incorporar a un nuevo personaje implica asignar un papel a cada actor, dejando, que duda cabe, a cada cronopio-actor solo ante el texto. Esta opción, en caso de ser la adoptada, jamas funcionaría, ya que ninguno de los dos cronopios podría superar su miedo escénico, al disponer de un papel cada uno, al encontrarse definitivamente solos a la hora de actuar. Si, por el contrario, mi buen amigo, despide a un actor, la película no podrá en ningún caso ser rodada, porque jamás un solo cronopio será capaz de interpretarse a sí mismo.
A estas alturas, la película debería haber echado a andar hace ya algunas semanas, pero lamentablemente, no es asi. Hay un director y un texto y uno o dos personajes y uno o dos actores, pero, sencillamente, no hay ni podrá haber nunca una sola película.
Ayer por la noche, mi buen amigo me telefoneó entrada la madrugada para decirme que mañana mismo comenzará a rodarse su película. Al parecer, ha contratado los servicios de uno o dos dobladores para tratar de paliar así las carencias interpretativas de sus actores.
Desde muy joven, siempre se ha manifestado contrario al doblaje y a todo tipo de actividades similares que, según su propio punto de vista, restan belleza y naturalidad al conjunto de la obra artística.
Nunca un doblador podrá hablar como habla un cronopio, pero tal vez dos...
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