martes, 29 de diciembre de 2009

Renovarse o Morir


Según el conocido psiquiatra austríaco William Stekel: "La costumbre es el enemigo del hombre. Renovarse es el secreto de una vida plena".
Ante la llegada de un nuevo año y bajo el amparo de una nueva década, parece inevitable no hacer balance personal, a la par que tirar de una nueva lista de propósitos de enmienda. A priori, resulta absurdo que al saltar de un calendario a otro -la mañana del 1 de enero, somos los mismos que la noche del 31 de diciembre- nos den ganas de renovarnos, de pulirnos y comenzar depurados desde el minuto uno de ese día uno. Sin embargo, lo hacemos. Y, sin embargo, es positivo, o tal vez, necesario, hacerlo.
Es hora de realizar una introspección personal. Toca pasar los fotogramas de los últimos meses ante nosotros y decidir cuáles no queremos volver a repetir -o dejar que vuelvan a aparecer-, al tiempo que confirmamos las imágenes -en forma de flash mental- que más nos han agradado.
A partir de aquí toca creer en uno mismo. Creer en el optimismo. Confíar en que lo positivo, lo bueno, siempre permanecerá sobre lo negativo. Eso sí, en parte gracias al azar, y en parte gracias a uno mismo.
Finalmente, de manera casi inesperada saldrá esa nueva lista de propósitos para el año venidero. Felices, o al menos satisfechos la guardaremos en nuestra mente y nos sentiremos renovados. Sin darnos cuenta nos creeremos una persona más fuerte la mañana del 1 de enero, que la noche del 31 de diciembre. Sin apenas atisbarlo, habremos dejado de lado al peor enemigo del ser humano: la costumbre, para continuar en la búsqueda de una vida plena como decía Stekel.
Feliz 2010.

martes, 22 de diciembre de 2009

Me niego


Hoy tengo ganas de decir que no. Hoy me niego a la Navidad tal y cómo la conocemos en nuestros días. Me niego a sentirme obligada a vivir en paz y amor en estas fechas, porque es Navidad. Me niego a poner mis principios en cuarentena y sonreír a todo el mundo, porque es Navidad. Me niego a dejarme embaucar por las luces de colores y las melodías con sabor a mazapán, porque es Navidad. Me niego a ir con mi tarjeta de crédito en la mano, porque es Navidad. Me niego a ser obligatoriamente feliz, porque estamos en Navidad. Me niego a tirar de supersticiones, porque es Nochevieja, y por ende, Navidad. Y con esto, no niego la Navidad. Simplemente rehuyo de imposiciones camufladas entre villancicos, polvorones y nieve.
Hoy tengo ganas de decir que intentaré ser feliz siempre, independientemente de la fecha que marque el calendario. Sonreiré a la vida como acostumbro, así como a los que me rodean, los 365 días del año. Me dejaré embaucar por aquella melodía que merezca la pena y por aquel pequeño detalle que así lo merezca, a lo largo de todo el año. Seguiré creando mis propias filias y fobias sin tirar de las predeterminadas -entiéndase llevar algo rojo-, ante las nuevas hojas del almanaque que estamos a punto de desplegar. Y nunca olvidaré aquella melodía de una rumba que dice "el secreto no esta en la tumba sino en el vivir" (sea o no Navidad).
Felices Fiestas.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Vinagre y rosas (Viudita de Clicqout)


A los quince los cuerdos de atar me cortaron las alas,
a los veinte escapé por las malas del pie del altar,
a los treinta fui de armas tomar sin chaleco antibalas,
Londres fue Montparnasse sin gabachos… Atocha con mar.

A los cuarenta y diez naufragué en un plus ultra sin faro,
mi caballo volvió solo a casa, ¿qué fue de John Wayne?
Me pasé de la raya con tal de pasar por el aro,
con 60 qué importa la talla de mis Calvin Klein.
Foto: El País (Dominical) 13.12.09
Nunca suple templar la guitarra que embrida mi potro,
cuando el dealer me dijo que si no le dije que no,
la hormiguita murió, la cigarra se murió con otro,
yo aposté por las fichas caídas de tu dominó.

Allons enfants de la patrie,
maldito mayo de París,
vendí en Portobello los clavos de mi cruz,
brindé con el diablo a su salud.

Se llamaba Rebeca la gringa que empató conmigo,
me sacaba la lengua en lugar de enseñarme a besar,
me compró una tormenta después de robarme el abrigo,
con la espalda mojada no hay nada peor que soñar.

Negocié tablas al ajedrez: tu alfil por mis peones,
abrevé en los pezones con sal de la mujer de Lot,
antes de que tiñera noviembre mis habitaciones,
descorché otra botella con la viudita de Clicquot.

Allons enfants de la patrie,
maldito mayo de París,
vendí en Portobello los clavos de mi cruz,
brindé con el diablo a su salud.

Mi manera de comprometerme fue darme a la fuga.


Joaquín Sabina (2009)

domingo, 13 de diciembre de 2009

La Vida Secreta de Las Palabras contra La Insoportable Levedad del Ser


Me esfuerzo. Lo intento sobre manera. Trato de ser lo más precisa posible en el siempre complicado proceso de ir modulando mis pensamientos desde la parte de arriba de mi ser, y sentimientos, desde el centro neurálgico de mi yo. En un momento dado ambos se unen, desconozco a qué altura, ya que no siempre es la misma. Finalmente, los dos caminan de la mano hasta mi boca y yo los escupo en forma de palabras. Sí, los escupo. ¿De qué otra forma pueden salir los sentimientos y pensamientos si no es de ésta?

Una vez más es imposible. Un nuevo fracaso. Jamás lograré soltarlos de una forma pura. Jamás conseguiré expresarlos sin dañarlos por el camino. Una vez más la culpa es de las palabras. Esas infieles compañeras a las que siempre recurrimos por la inexplicable manía de poner un nombre, una palabra a todo. Hasta a los hechos más nimios, hasta a los más evidentes.

Sigo sin obtener respuesta a esa duda que siempre me atormenta. O las palabras tienen vida propia, una vida secreta. O la levedad del ser es mucho mayor de lo que ya suponía. Y ante esto, ¿qué puedo hacer sino resignarme?

Seguiré escupiendo por aquella manía de acompañarlo todo con palabras. Seguiré intentando ser precisa en el proceso de elaboración. Seguiré fracasando una vez más, para mi desconcierto.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Celda 211


¿Cómo se siente un presidiario? Insignificante, atemorizado, angustiado, asqueado, con miedo, con rabia, con ilusiones, sin ellas…. ¿Y un presidiario ante un motín en su módulo? Valiente, desconfiado, temeroso, expectante, fuera de sí. –Demos una vuelta de tuerca más- ¿Y un funcionario encerrado en un motín carcelario? Asustado, indefenso, agobiado, irracional, temeroso, ágil, pensativo, triste…

Daniel Monzón –director de Celda 211- logra que el espectador se suba a una montaña rusa de sensaciones desde el minuto 1 de la película y no se baje hasta la aparición de los créditos habiendo experimentado todos y cada uno de los estados de ánimo citados anteriormente. Como les digo, el principal culpable de este improvisado parque de emociones es el autor del filme, pero los cómplices son un elenco de actores que sacan lo mejor –o lo peor- del personaje que deben interpretar. Un sublime Luís Tosar –que huele a Goya- encabeza el grupo, seguido de un desconocido –para muchos- Alberto Ammann, el apache Carlos Bardem, un nada cómico –y menos simpático- Antonio Resines, y una sobresaliente actuación secundaria de Marta Etura.

Hechas las presentaciones, pasemos al argumento. La película como su nombre atisba, se desarrolla en una prisión de Zamora, en concreto en un módulo donde cumplen condena los presos más peligrosos. En este lugar se destapa un motín carcelario quedándose –en pleno estallido revolucinario- encerrado un joven funcionario a punto de incorporarse a su trabajo. A partir de aquí la trama se convierte en un tiovivo de historias que nunca terminan de decantarse por un rumbo fijo dando lugar a una historia global con multitud de giros para deleite del espectador.

Habiendo pasado por el argumento, prosigamos. ¿Qué siente el espectador cuándo abandona la sala de cine? ¿Qué pensamientos transitan por su cabeza? La respuesta es: muchos. Daniel Monzón logra crear una crítica al sistema tan grande y sólida como su película. Celda 211 es una revisión exhaustiva del mundo entre rejas. Desde dentro hacia fuera. Desde los de fuera y desde los de dentro. Abusos de autoridad, exceso de poder en manos incapaces de controlar tanta responsabilidad, la mano dura de la vieja guardia contra las métodos dialogantes de los nuevos, la burocracia lenta, la democracia que brilla por su ausencia… Pasemos al otro lado. A “la basura que apesta y hay que apartar” como dice Malamadre. Al lugar donde prima la ley del más fuerte, la lucha contra el más débil, el liderazgo entre los que no tienen nada que ofrecer, ni nada que perder. La confianza, el recelo, la fuerza bruta, la inteligencia en el último suspiro.

En resumen, ¿qué pasaría si realmente se diera un motín como el zamorano?
A modo de reflexión: el sistema pretende la reinserción social de los presos ¿solo demagogia y palabrería? ¿realmente funciona para el que tiene una extensa condena y nada al otro lado?

Una rotunda afirmación: En España se sabe hacer cine, y a veces, también del bueno. Vean Celda 211.

martes, 8 de diciembre de 2009

El Miedo Escénico


Un cronopio amigo mío está rodando una película. Es director. Tiene el dinero y el argumento pero necesita un actor, un actor-cronopio, se entiende. El problema es que los cronopios no saben estar solos a la hora de interpretar. A lo largo de la última semana, parece haber encontrado la solución a su problema y esta consiste en contratar a dos actores. Pero dado que el texto está pensado para ser interpretado por un solo personaje, ha de tomar ahora una nueva decisión; incluir un nuevo personaje en la trama o despedir a un actor.

Incorporar a un nuevo personaje implica asignar un papel a cada actor, dejando, que duda cabe, a cada cronopio-actor solo ante el texto. Esta opción, en caso de ser la adoptada, jamas funcionaría, ya que ninguno de los dos cronopios podría superar su miedo escénico, al disponer de un papel cada uno, al encontrarse definitivamente solos a la hora de actuar. Si, por el contrario, mi buen amigo, despide a un actor, la película no podrá en ningún caso ser rodada, porque jamás un solo cronopio será capaz de interpretarse a sí mismo.

A estas alturas, la película debería haber echado a andar hace ya algunas semanas, pero lamentablemente, no es asi. Hay un director y un texto y uno o dos personajes y uno o dos actores, pero, sencillamente, no hay ni podrá haber nunca una sola película.

Ayer por la noche, mi buen amigo me telefoneó entrada la madrugada para decirme que mañana mismo comenzará a rodarse su película. Al parecer, ha contratado los servicios de uno o dos dobladores para tratar de paliar así las carencias interpretativas de sus actores.

Desde muy joven, siempre se ha manifestado contrario al doblaje y a todo tipo de actividades similares que, según su propio punto de vista, restan belleza y naturalidad al conjunto de la obra artística.

Nunca un doblador podrá hablar como habla un cronopio, pero tal vez dos...

Bienvenidos

Si en un cajón de sastre uno puede encontrar todo tipo de útiles de costura, el número de cosas por descubrir aumenta hasta la infinidad si hablamos del cajón de un cronopio. Para los que desconozcan la existencia de estos seres, diremos que son personajes imaginarios e irreales ideados por el gran escritor argentino Julio Cortázar. Por lo tanto en su íntimo y pequeño reducto del escritorio pueden esconder literatura, sueños, ensayos sobre la música, el cine o los deportes... En definitiva la vida en estado puro. Os invitamos a zambulliros en sus pertenencias a través de este pequeño reducto escondido en la red de redes, a través de este Cajón del Cronopio. Bienvenidos.