martes, 30 de agosto de 2011

El destino, sus caprichos y el Príncipe Raúl



El destino es cuanto menos caprichoso. Sino que se lo digan a Raúl. El pasado año la selección española de fútbol fue premiada con el Prícnipe de Asturias del Deporte y este año el jugador del Shalke está nominado -por ahora- a título individual para el mismo galardón.

La elección del madrileño sería histórica, ya que por primera vez un jugador de un deporte en equipo sería distinguido de manera independiente. Será porque Raúl solo hay uno y ya que en el club de sus amores no le han honrado como se merece, toca hacerlo por otra vía.

No sería el más joven -ya lo fue Nadal en el 2008- y tampoco sería un premio a un Raúl retirado o en otros menesteres deportivos como entrenador. Se le premiaría por su distinción dentro y fuera del campo, por su comportamiento modélico, por su respeto, conducta deportiva -nunca ha sido expulsado- y por su palmarés. Y en este último apartado aparece el caprichoso destino.

El año pasado Raúl miraría desde su casa en Alemania como sus compañeros de La Roja recibían el premio, con orgullo y tal vez cierta envidia - de la sana-, pero... ¿cuánto hubiera dado Raúl por estar allí? ¿por recibir ese galardón de manos del Príncipe Felipe con motivo de los éxitos de la selección?. Triunfos que disfrutó, pero desde casa. Por eso no estuvo en Oviedo el pasado año. Porque la selección siempre ha sido y será la espinita del Gran Capitán de la selección y del Real Madrid. Dejó su "7" a David Villa y llegaron las copas a las vitrinas del combinado nacional.

Ingrato remordimiento del que podría resarcirse a medias con la obtención del Príncipe de Asturias. El viernes se conocerán los ganadores. Raúl simplemente por estar nominado, ya ha vencido, por ahora, al caprichoso destino.

domingo, 28 de agosto de 2011

Aquellos hombres locos de Madison Avenue...



Necesito un Mad Men a mi lado. A la espera de la nueva temporada de la serie protagonizada por Jon Hamm, ayer refresqué mi memoria visionando el último capítulo de la cuarta temporada. Y de paso reviví mi dormida pasión sobre esos hombres locos de Madison Avenue.

"El amor fue inventado por tipos como yo para vender medias" D. Draper.
Si comienzo este post afirmando que necesito un Mad Men cerca -entiéndase a Don Draper- es porque es mejor asumirlo ya. Las mujeres somos más inteligentes que los hombres -no lo digo yo, sino el British Journal of Psychology-, pero en realidad tenemos la innata y eterna manía de ser inútiles frente a ellos. ¿Cómo? Escogiendo a los que más caña nos dan. Es decir, un Don Draper del siglo XXI cualquiera que nos quiera hoy sí, mañana no y nos cree dependencia hacia su persona al amparo de nuestros vaivenes emocionales.

Ya lo dice el propio Draper: "Lo que llaman amor fue inventado por tipos como yo para vender medias". Siendo uno consciente de la realidad, no hay engaño. El amor es una farsa o invento publicitario, como lo es la Navidad a El Corte Inglés. Asumámoslo. Y de paso ya sabemos que los chicos malos como Draper no aman, hacen de la palabra amor su mejor aliado publicitario.

"La felicidad es el consuelo de que lo que estés haciendo, está bien" R. Sterling.
Abierta la veda de los publicistas de Madison Avenue, seguiré con otras cuantas "verdades". Una nueva palabra mayor, de esas que llenan la boca de su portador: FELICIDAD.

Qué bien suena. Como amor. Pero... ¿qué es?

Según Roger Sterling -socio y compañero de batallas de Draper-:
"la publicidad está basada en una cosa, la felicidad. ¿Y sabes qué es la felicidad? La felicidad es el olor de un coche nuevo. Estar libre de miedos. Una valla al lado de la carretera que chilla el consuelo que lo que sea que estés haciendo está bien". En resumen. La felicidad es la autocomplacencia. El conformismo en definitiva. La aceptación de nuestros actos. No es un estado onírico supremo. No es un sueño inalcanzable. No es lograr el karma. Es resoplar, resignarse y aceptar que lo hecho, hecho está y... más vale pensar que bien.

"La gente no compra cigarros por marketing, sino porque son adictos" D.Draper.
Otra perla de Draper. Y quién dice tabaco lo puede trasladar a cualquier adicción material con sustancias adictivas palpables o al plano de lo emocional y de personas adictivas palpables.

Concretamente Draper dice: "La gente compraba cigarros antes de que Freud naciera (...) La gente no compra tabaco por marketing, sino porque son adictos. El secreto está en los productos. Frabricar muchos que la gente tenga que comprar".

En resumen, las necesidades no nos las crea la publicidad, sino las adicciones que elegimos. Una vez somos esclavos de nuestros vicios -materiales o emocionales-, como lo somos de nuestras filias y fobias... Estamos vendidos y desamparados a la deriva de la publicidad y los objetos de nuestras pasiones.

"Un día estás en la cima y de pronto una loca te atropella con un cortacésped" Joan Holloway.
La curvilínea y sensual Christina Hendricks que encarna a la jefa de secretarias Joan Holloway suelta, con gran acierto, esta frase: "Así es la vida, un día estás en al cima del mundo y de repente, una loca te atropella con un cortacésped". Frase que bien se le podría aplicar a ella misma. Hendricks gracias a Mad Men ha alcanzado la fama y el reconocimiento a su trabajo como actriz. Con el plus de un físico exuberante a la par que característico. Grandes curvas que alejan el sex appeal de la típica foto de una chica delgada. Sin embargo, ese imponente cuerpo que Dios le ha dado -como ella misma reconoce-, también ha sido el origen de no pocos disgustos para Hendricks. Está en la cima, su nombre aparece en todas las listas de mujeres más sexys del planeta, le llueven las ofertas para cine y TV, pero le atropellan con un cortacésped cada vez que tiene un evento. No encontró diseñador para la última gala de los Premios Emmy -homónimos de los TP Españoles- y ahora no encuentra bañador a su medida. Ser consecuente con la imagen de mujer voluptuosa y orgullosa de sí misma no está resultando fácil para la pelirroja de moda. Suerte que por ahora las joyas no le dan problemas y ejerce de imagen de marca para la línea de joyería de Vivienne Westwood.

El cortacésped no ha pasado del todo...

sábado, 27 de agosto de 2011

La humildad por bandera



Rafa Nadal ya está en Estados Unidos con motivo del US Open que arranca el próximo lunes. El manacorí busca revalidar el título americano que ya consiguió en 2010 frente a Novak Djokovic. Pero antes de coger la raqueta, tiene otros compromisos en la tierra de Obama.

La pasada semana acudió al programa The Late Show with David Letterman; latenight norteamericano presentado por David Letterman en la cadena CBS. Su homónimo en España sería el ya desaparecido Buenafuente de La Sexta.

El tenista no tardó en meterse al público en el bolsillo gracias a su desparpajo. A pesar de que no era el invitado chistoso de la noche, ya que después vendría Ashton Kutcher, emergente actor cómico de moda tras su incorporación a la serie Dos Hombres y Medio tras la marcha de Charlie Sheen.

Rafa habló de su inicio en el tenis a la temprana edad de 3 años, de su mentor y tío, Toni Nadal, de sus ídolos y su Mallorca querida. Temas que en España son totalmente conocidos por todos, hasta por los menos duchos en el mundo del deporte.

Sin embargo, Nadal no se ganó a los americanos con historias del ayer y de hoy. Lo hizo con su innata simpatía, su amplia sonrisa, su carismática ceja levantada, pero especialmente con su humildad.

Humildad al reconocer que tal vez sea tan bueno por tener a Roger Federer como rival y haberle batido. Humildad al afirmar que a pesar de ser ya para muchos el mejor deportista español de la historia, él se ve como un héroe más de tantos.

En boca de otros, puede sonar a parrafada previamente aprendida al amparo de un buen representante y director de comunicación. Pero saliendo de él suenan a verdad. Eso dota de mayor grandeza a sus triunfos, porque a pesar de engrosar números, estadísticas y vitrinas de trofeos; lo hace con distinción y sencillez. Cualidades al alcance de muy pocos que están en la élite. Muchos llegan a la cima, pero no todos saben mantenerse en pie sobre ella. Solo aquellos que portan la humildad por bandera.

jueves, 25 de agosto de 2011

Ningún final "made in Hollywood"



Un nuevo vehículo se aproxima a la puerta del garaje. Uno de tantos que se han acercado esa mañana a la entrada del Ministerio. Uno de los muchos que ha chequeado la joven con su inseparable aparato similar a un palo de golf. Ella es una Policía encargada de rastrear todos los bajos automovilísticos en busca de bombas. Yo pasaba por allí cuando procedía a realizar esta rutinaria acción.

Tal vez debido a una noche excesivamente cinéfila por culpa del insomnio, mis pensamientos me llevaron por extraños derroteros con una taza de café en la mano, unos minutos más tarde. Ya alejada de la puerta del Ministerio y del detector con forma de palo de golf.

Si la vida real fuera una película de Hollywood el instante del rastreo sería ralentizado. No duraría diez segundos, tal vez veinte. De fondo comenzaría a sonar una banda sonora intrigante cuyo volumen iría in crescendo con la intriga. Acorde con las imágenes. Plano corto de los bajos, plano corto del detector. Mirada de la joven. Nuevo plano corto de bajos y detector. El vehículo se adentraría lentamente en el garaje del Ministerio. Plano oscuro. Silencio.

Todo esto, si la vida real fuera película de Hollywood. Pero no lo es. Ni para esta rutinaria acción, ni para ninguna otra. Tomar un café es tomar un café. Depende del lugar tendrá un toque más bohemio, urbanita, clásico o desesperante. Pero es un café. Sin más. En todo caso con azúcar o sacarina.

Una pelea es una pelea. Con gritos, con insultos, con palabras dañinas, con gestos rápidos, con miradas furiosas. Pero sin música. En todo caso la radio o la tele de fondo.

Y si lo es para un café o una pelea, ¿por qué nos empeñamos en creer que las relaciones son made in Hollywood? Acaso cuando comenzamos a sentir algo por otra persona ¿aparece Billy Wilder para darnos el guión al más puro estilo Sabrina? ¿se encarga Steven Spielberg de los efectos especiales como hiciera en E.T? ¿Patricia Field aparece con un burro cargado de ropa para diseñar nuestro estilismo a lo Sexo en Nueva York? ¿Roy Orbison está listo para cantar Pretty Woman? ¿nuestro galán es Gary Cooper o Richard Gere?

No. Pero ya podrían estudiar los científicos por qué nuestra cabeza tiende a posicionarnos en medio de un set de rodaje haciéndonos creer que es así. Y no lo es. Será mejor. Será peor. En definitiva, será lo que es toda historia de amor: una historia. Pero sin el león de la Metro Goldwyn Mayer al inicio, ni las clásicas letras The End al final.